La primera impresión cuando uno oye esta palabra es de desagrado. Incluso, si alguien la dice de sí mismo y de su pasado, llega a dar pena y lástima. Y aunque es cierto que todo lo que uno sufre deja secuelas, no es menos cierto que esa expresión, en boca del que experimentó el sufrimiento, habla de superación, de aprendizaje, de enseñanza, de crecimiento, de madurez… ¡ya que no hay mejor escuela para aprender que la escuela de la vida, y en esta en el aula del dolor!.