Lo resucitado

Todo lo resucitado, todo lo renacido lo es con la identidad de lo muerto. Quiere esto decir que vivir como renacido, como resucitado, no suprime, desautoriza o anula lo muerto sino que lo transforma. Resurrección no es huida de la muerte sino su culminación. La resurrección no es tampoco la revancha de la muerte, sino puro regalo de amor. Por tanto, nadie resucita por su cuenta. Nadie resucita por sí mismo. Siempre es Otro el que lo saca de la tumba, o del surco, o de la tierra, o del lupus, o de la miseria. Nadie resucitará sin el poderío del Otro.

Lo sintonizado

La materialidad y el ejercicio desnudo del trabajo no plenifica a nadie. Ni siquiera la continuidad honrada en el mismo deja huella gratificante en el obrero. El trabajo por si mismo no tiene esencia de consuelo. Se necesita una sintonía profunda y afectiva con el trabajo para que sea eficaz y satisfactorio. Sólo así se logrará tener capacidad de dedicación, crecerá la gratuidad y aumentará el agradecimiento. Pero sería aconsejable siempre sintonizar antes con Él, que es quien anima el trabajo y al trabajador.

Lo orado

La oración es como la zona verde del alma, donde se respira nuevo y limpio, donde se encuentra sosiego y paz. La oración es ponerse ante el Hacedor como papel en blanco y desnudo para que sea Él quien me escriba. La oración no es presentarse ante Él ya escrito y vestido con los pareceres y opiniones ya puestas. La oración elimina coágulos, limpia, da salud, vigoriza el ánimo, fortalece la fe, estimula la voluntad. Es también y, sobre todo, el abono del trabajo, el que lo fertiliza. Y es ver las cosas de otra manera, de la manera del Otro.

Lo objetivo

Quien cree saberlo todo o casi todo difícilmente podrá ser objetivo. Creer que uno lo sabe todo puede ser un obstáculo para aprender cosas nuevas. Es más, aquello que ya uno tiene por sabido, puede, incluso, distorsionar la idea de lo que se observa. Porque es tendencia de uno fijarse y prestar atención a aquellos detalles que le son más familiares. Esto podría llegar a imposibilitarte reconocer cualquier matiz nuevo. Cabe decir, por tanto, que la mejor manera de conocer algo objetivamente es dar por no conocido aquello que se mira.

Lo correcto

Las modas, las preferencias, los estilos… van y vienen de una temporada a otra, las costumbres varían de un territorio a otro, las tradiciones cambian de una región a otra, los matices realzan en una provincia lo que en otras deslucen. Llegarás incluso a sufrir la competencia del que se desvive por abaratar el estilo, por disminuir la calidad, o por matizar el compromiso… Cuando esto tenga lugar, haz siempre las cosas de la manera correcta y… no dudarás del éxito de tus acciones. La conducta queda validada siempre por lo correcto.

Lo inesperado

A primera vista, lo inesperado trae extrañeza y confusión. No suele entrar de buen grado en el corazón humano. Incluso puede llegar a crear malestar. Sin embargo, una distracción, una sorpresa, un contratiempo, un revés, ocasionalmente, puede ser hasta positivo. Lo inesperado forma parte también de la vida. Así, las personas que no esperabas conocer, los paisajes que no esperabas ver, los sonidos que no esperabas escuchar, los sabores que no soñabas nunca gustar… a menudo traen riquezas a la vida. Deja siempre un espacio para lo inesperado.

Lo cimentado

Todo aquello que se quiera construir en firme y en serio necesita ser cimentado y ¡bien cimentado!. La arena ¡está bien! pero no vale como cimiento. El barro no es malo, pero tampoco tiene características para la cimentación. La madera suele ser duradera, como lo es también el hierro o el aluminio, pero para cimiento de una construcción no valen. Lo mismo cabría decir si lo referimos a la edificación de la personalidad humana o cristiana. Si la sociedad nos ve como uno más es que nuestros cimientos han sido trucados.

Lo motivado

Cuando a un equipo de fútbol le expulsan uno, dos o tres jugadores, que puede darse el caso, seguro que el resto, en lugar de derrumbarse, duplica sus fuerzas, aumenta su motivación, no mide el cansancio, mira menos para atrás, la unidad se ve fortalecida, y el celo por ganar se triplica… Y aún, a sabiendas que, la realidad le dice que tiene el partido perdido, no se resigna a bajar los brazos, a que alguien pudiera decir que no luchó, o que no lo intentó. Algo así es la gracia que Él regala y pone en el corazón de quien de Él se fía.

Lo alegre

Una persona habitualmente triste es una persona enferma. La tristeza paraliza. La tristeza, además, no ha sido madre nunca de ningún gran proyecto. La tristeza es hija legítima de la desconfianza, y nieta de la falta de fe. ¡Que importante es que nos tomemos de vez en cuando el pulso para ver nuestro estado de alegría!. Pues cuando en alguien falta la alegría, falta la creatividad. La alegría tiene una característica que la hace única y es que afecta a toda la persona, penetra todo el ser, y es principio de actividad. Nadie más creativo que la persona alegre.

Lo despojado

Cuando la pobreza es una forma de poder, de exigir, ya no es pobreza, ¡es poder!. Y cuando a la pobreza se le añade un “para”, tampoco es pobreza: Cuando alguien es pobre “para” ser santo, “para” ayudar, “para” lograr… no es pobreza, porque ¡la pobreza siempre es debilidad!. Una pobreza hecha desde mí no es pobreza. Despojo auténtico no es el que yo hago (porque lo haré a mi medida), sino el que me viene de fuera. Y… verdaderamente, seré libre cuando soy pobre. Y… ¡seré pobre cuando soy libre!. Libertad, pobreza y humildad son hermanas.

Lo mojado

No tiene muchos quereres lo mojado, ni prestigio alguno, ni sirve… ni tiene venta. Lo mojado, es cierto, no pierde la identidad, pero sí la desacredita; no pierde su esencia, pero sí la distorsiona, la desfigura, la hace incombustible, inestable, frágil… y la debilita volviéndola inconsistente. Lo mojado ve deteriorado su belleza, su hermosura, su lozanía. Así, pólvora mojada no explosiona, pájaro mojado no vuela, papel mojado no tiene crédito, tiza mojada no escribe, leña mojada no arde. Aún así es una experiencia a tener en cuenta.

Lo peregrinado

Pasear ¡sí! saludable. Caminar ¡también! sano. Andar ¡lo mismo! beneficioso. Correr ¡ejercicio físico! muy saludable. Deambular ¡estupidez!. Vagabundear ¡pernicioso!. Casi todos estos verbos, ¡ir para volver!. Mientras que peregrinar es interiorizar, es ir para adelante, pero, sobre todo, ¡es ir para adentro! Se es peregrino mientras se va, nunca cuando se vuelve, y se es mas peregrino cuanto mas adentro se entra que cuando mas lejos se va. Lo peregrinado es siempre una experiencia, nunca un paseo, aunque algunas veces se quede sólo en ejercicio.

Lo generoso

No se por qué estás ahora leyendo esto, ni que te trajo hasta aquí, pero intuyo que ya que llegaste hasta aquí y te paraste, lo estarás haciendo con los mismos o parecidos interrogantes que yo, con la misma o parecida benevolencia que yo, y, si me apuras un poco, hasta con las mismas o parecidas ilusiones que yo, o aún mejores. Sin eso me sería muy difícil exteriorizar algo que no se quedara en unas simples reflexiones, con las que podría llegar a aburrirte nada mas empezar. Por eso, en cada reflexión siempre me pongo a la sombra de tu generosidad.

Lo duradero

Les traigo un recuerdo de mi infancia: en los fríos inviernos, a mis hermanos y a mi nos gustaba estar en la cocina, porque allí estaba el fogal que emitía un calorcito que no teníamos en los otros cuartos (porque llamarlos habitaciones sería exagerar). Intentábamos que no se apagara, pues de ese modo, se mantenía un agradable clima. Cuando nos retirábamos a dormir, se le colocaba al lado un buen tronco, que a la mañana siguiente sirviera, junto a otras brasas, para volver a encender nueva leña. De esa manera el “fuego” de la fe nunca se extendió en casa.

Lo transmitido

Por experiencia propia, por deducción o por formación sabemos que para ser tizón no sirve cualquier tronco ni cualquier palo. Un tronco verde no tiene capacidad de arder y poco a poco irá apagándose, por lo tanto, perderá la capacidad de transportar el fuego a otros palos. En el caso, por el contrario, de que el tronco esté reseco, también perderá la capacidad de ser trasmisor del fuego, pues generará una llama rápida, que se extinguirá inmediatamente. Trasmitir fuego, irradiar ardor, necesita tiempo, paciencia, así… hasta que el objetivo se encienda.