Me agrada la gente perdonada, la que ha saboreado el don del perdón, me llevo bien con ellos… porque es desde abajo desde donde uno llega a entender al que peca… Entiendo mas y me siento mas cercano con los que piden perdón que con los que perdonan… porque el que pide perdón siempre estará agradecido del perdón recibido, mientras que el que perdona no suele olvidarse de la cara del ofensor ni de la ofenda que le hicieron. Aún así soy de los que piensan que el perdón tiene que ser vía de dos direcciones.