“Al lado de lo negro, lo blanco es más blanco” solía decir aquella santa mujer de Ávila. Los argumentos, las comparaciones, los cotejos, las comprobaciones le son necesarios sólo a las medias verdades, a los grises. No le es necesario a lo blanco compararse, medirse, y menos competir, con nada ni con nadie para que brille su pureza. Al blanco le basta su blancura, como al sol su luz, al fuego su llama y a Él su creación. A la verdad no le hace falta ningún argumento.