sábado, 22 de febrero de 2014

Lo cortado

Cuando era niño veía que mi madre, costurera de profesión, metía las tijeras y cortaba por distintos sitios las coloridas telas que las vecinas le llevaban para hacer sus trajes y vestidos. Yo no entendía aquellos cortes y tijeretazos, para mí, sin sentido. Al pasar el tiempo, un sobrino mío de muy corta edad quiso emular a mi madre haciendo lo mismo con un tejido de seda, bastante caro. El resultado final no fue el mismo. Mientras que mi madre concluyó perfectamente el vestido, el resultado de mi sobrino fue un destrozo total de aquella apreciada tela. Así lo afirma la Palabra: que Él tiene un Plan sobre la tela de la humanidad, al igual que mi madre, la costurera.