En mi niñez aprendí de las sogas (cuerda) con que amarrábamos en casa a los animales, siendo medianeros de una finca. Observaba que un trozo de soga, que es hecha de muchas hebras pequeñas y delgadas, tejidas y entrelazadas entre sí, es resistente, muy resistente, que pueden llegar a sostener, levantar o impulsar una carga enorme. Pero que cada hebra por separado se rompe ante la más mínima presión. Y con el tiempo deduje que cuando unos pensamientos, unas ilusiones, unos proyectos… se unen a otros durante un tiempo y en la misma dirección, se genera una fuerza enorme.