Calcular es un arte. Y una ciencia. Y una sabiduría que define al hombre prudente. Cuando vimos en televisión lo bien que había «calculado» el arquero la distancia y la trayectoria de su flecha para encender la llama olímpica, en Barcelona 92, todos nos quedamos admirados de su arte. Cuando comprendimos que Miguel Indurain, frente a nuestra impaciencia, había «calculado» al detalle que, ganadas las etapas contrarreloj, le sobraban fuerzas para ganar las carreras ciclistas, nos dimos cuenta de su arte, su ciencia y su sabiduría ciclista. Así lo dice Él: “Si uno de vosotros pretende construir una torre, ¿no se sienta primero a calcular los gastos, a ver si tiene para terminarla?”